Django desencadenado, un southern filmado desde el videoclub

imagesVer una película de Tarantino es ver una película con Tarantino, implica complicidad. Eso que se llamaba cine de autor, y que ahora cuando no se trata de una necedad anquilosada -de penita ajena el último Woody Allen- se ha convertido en marketing villamelón para ediciones de lujo -incapaz de hablar mal de Peter Jackson / o de Tim Burton / o de Christopher Nolan-, todavía alcanza a reconocerse en las películas de Tarantino, aun en sus obras menores; la exigencia de sorpresa y la comparación de cada entrega que, como solía pasar con los auteurs, actualiza sus paradigmas. Pero mientras los autores equivalían a profetas que en cada estreno reformulaban su estado-de-la-cuestión, Tarantino prefiere reciclarse como pepenador fílmico para objetos irónicos y paródicos (ya no hay que usar la palabra posmoderno, tan 1995) que juegan a la doble lectura: la de la historia sangrona y excesiva y la de las trivias socarronas.

La discusión con Django desencadenado  inicia desde el género, si se trata de un spaguetti western disfrazado de blaxplotaiton o un blaxplotaiton disfrazado de spaguetti western, y hasta el mismo Tarantino ha acuñado el término southern para regocijarse de  una originalidad que en realidad es marca de agua: el rescate del género basura con multirreferencias a una filmografía para iniciados (en este caso su referente principal son las películas del Django original, del director italiano de series B Sergio Corbucci, a quien también volvió objeto de sus acrobacias metanarrativas en Inglorious Bastard), el apelmazamiento -en Tarantino sería insulto llamarle fusión- de la puesta rigurosa con la genialidad chabacana, la tensión que rompe en payasada o la payasada que se sublima en gran secuencia, todo depende si Samuel L. Jackson o Christoph Waltz participan en la escena.

Jamie_Foxx_means_business_in_new_Django_Unchained_trailer-465x280Si se le quitaran los oropeles manieristas -la excepción es Pulp Fiction por los juegos temporales que ya se habían inventado pero no en una peli con tanto carisma- la historia de Tarantino cumple esquemas similares: un protagonista ultrajado se venga de su brutal agresor y para ello debe hacer un aprendizaje de la crueldad y el temple. En este caso, el esclavo Django (Jamie Foxx cumple maravillosamente bien, pero sus compañeros de reparto son tan geniales que queda opaco) es comprado por el cazarrecompensas y dentista King Schultz (Christoph Waltz ostentando ser Christoph Waltz), para que le ayude a identificar y matar a los hermanos Brittle y así puedan cobrar una lanita. Los mercenarios dentista y afro crean su bonito modelo de negocios pero el pistolero negro tiene el pendiente de recuperar a su esposa Broomhilda (qué hermosa es Kerry Wahington), quien fue vendida al señorito de plantación, el decadente y amanerado Calvin Candie (Leonardo DiCaprio tras otro Oscar que tampoco ganará). Por supuesto que para rescatar a Broomhilda hay planes, intrigas, riesgos y típicos diálogos tensos a la Tarantino; el desborde de la violencia se va anunciando en las salvajes luchas cuerpo a cuerpo de los mandingos o en el mustio servilismo de Stephen (Samuel L. Jackson siempre será Papá). Una escena forzada de cortesía sureña dispara la violencia. Lo que sigue es la Novia, Aldo Raine y hasta los enamorados de True Romance (el guión de Tarantino que filmó Tony Scott) en complaciente despliegue tarantinesco de balazos y reveses hasta la inverosimilitud.

Django-Unchained-29Tarantino recrea el camino del héroe de Joseph Campbell traducido en enfrentamientos sanguinarios y con remates cínicos porque su héroe no debe de perder ondita. Porque la creación de personajes de Tarantino poco tiene que ver con agobios  psicologistas y más con establecer arquetipos poderosos. Los ladrones de colores de Perros de Reserva, el Vicent Vega y el Jules Winnfield de Pulp Fiction, la Novia de Kill Bill o ahora el dúo de  King Schultz y Django, están diseñados como muñecos de acción; por eso las historias se acercan más a la emoción espectacular que al análisis mesurado. En Tarantino se busca el absurdo violento y la precipitación de la pirotecnia, pero no como en cualquier peli de efectos especiales de maquila. El mejor efecto especial de Tarantino son sus personajes extremados hacia el desplante insensato, que se subliman  desde el absurdo y la exageración. De ahí que pudiera justificarse el forzado giro de tuerca que abre el último tercio de la película, un estrechón de manos que precipita la masacre, y es que a la historia bien contada de Tarantino le faltaba convertirse en una película de Tarantino: el guionista supradotado se sacrifica ante el director formado, no en sets de rodaje o en análisis académicos, sino en la miscelánea variopinta del videoclub. Pues cuando Tarantino diseña, escribe y dirige sus películas, en el fondo sigue atendiendo en el videoclub que lo formó, y sigue abrumando al cliente/espectador con títulos perdidos en el catálogo; el de Tarantino es un cine de pegoteos socarrones de cartuchos VHS con un argumento que no se decide entre la solidez o el absurdo,y esto es  justo lo que causa las disidencias entre quienes lo califican de genio o mamarracho.

También

Para los que buscan trivias, aquí está una galería de vaqueros negros que anteceden al Django de Tarantino.

Las referencias everywere de Tarantino en Django, nomás por convivir.

Y como siempre, el soundtrack es una maravilla y si se duda, véase acá:

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