Me he vuelto receloso de las listas porque les hago mucho caso; no debería confesarlo pero suelo darle copy-paste a las 10 Formas de Ser Feliz, los 15 Tips Para Mostrar Seguridad y las 20 Oportunidades Para Ganar Dinero, consejos que con el tiempo me han hecho más desgraciado, inseguro y pobre, no necesariamente en ese orden.
Después aparecieron los blogs-pensamientos —no se me ocurre cómo llamar a esta versión cibernética de los pergaminos del metro Balderas— sobre por qué debes enamorarte de una mujer que lee, después de una mujer que no lee, después de una mujer que a veces lee y a veces no, y las variaciones se hicieron tan infinitas como ocupaciones, gremios y vertientes de pensamiento de la corrección y la incorrección política: de post en post hemos ido aprendiendo que no hay nada mejor que enamorarse de ingenieros, comunicólogos, actrices, astronautas, trabajadoras sociales, amantes de los perros, de los gatos, de los cuyos, de los hermanos mayores y los hermanos menores, de blancos, negros, orientales y todo lo que pueda caber en un videoclip de la inclusión. Los hermanos de en medio, por ejemplo, no.
Entre estas formas de sabiduría redsocialera, se me aparecieron las 18 cosas que debes saber antes de andar con un emprendedor. Yo siempre he admirado a los emprendedores porque son sonrientes y se peinan con estilo, porque tienen respuesta para todo y saben qué tipo de zapatos usar, cosa en la que también me he sentido incapacitado. Corrí a leer y a enterarme, no que pudiera emular a tan dinámicos personajes, pero sí aprender cómo es la vida cuando Pierdes El Miedo y Amas Intensamente Lo Que Haces. Y que encima, y por eso, las chicas se vuelven locas por ti.
Según el artículo, los emprendedores leen sobre negocios y desarrollo personal porque les gusta ser mejores personas. Siempre piensan en dinero pero porque es una estrategia que los ayuda a ser mejores personas. Tienen su tiempo perfectamente planificados y no lo desperdician en cosas «que no sean disfrutables o productivas» (ahí entra mi angustia de que quizá no leerán este blog). Viven para conseguir metas que los hacen mejores personas. Trabajan mucho más del horario de oficina con tal de perseguir su sueño, como cualquier oficinista promedio, pero con la diferencia de que eso les ayuda, claro, a ser mejores personas. No les gustan las personas flojas (amargo aceptarlo, pero en 2017 seguimos existiendo las peores personas) y lo siguiente da pereza seguirlo glosando, excepto los puntos que se refieren al amors, que era de lo que se trataba este post emprendedor.
Según entendí, lo que buscan estos muchachos es alguien que: 16) les recuerde que hacen demasiado (y los proteja del burnout); 17) que sea buena para cuidarlos, darles su espacio, perdonarlos y divertirse y 18) que sepan que a pesar de todo lo anterior, el emprendedor piensa en su pareja. «Tu amor y dedicación significan más para nosotros de lo que podrías imaginar», remata el artículo como verso de britpop.
En el ocio que me permite no estar tan apurado persiguiendo mis sueños, hice inventario de novias-amantes-ligues que se hubieran aventado el paquete de seguirme el paso emprendedor. Imaginé la mirada comprensiva de una, la voz de aliento de otra, los post-its en los pizarrones de corcho que garrapateó alguna más. Acepto que volví a enamorarme un poco de todas y cada una de ellas, pero ninguna logró terminar el cuadro (sorry, chavas, si alguna de ustedes todavía me lee). Y mientras sus modestos esfuerzos se iban difuminando, una presencia se hacia más y más definitiva. Que me confortara porque ya hice demasiado, que me cuidara, me perdonara, me divirtiera y supiera que es importante mi escaso amor y dedicación… pues mi mamá.
Pienso que sólo mi mamá aguantaría mis lecturas empresariales y se abstendría de decirme que no mame, que qué hago con otra biografía de Steve Jobs; que sólo ella me tendría paciencia para escuchar mi proyecto laberíntico de apps y redes que nunca se sabe cómo pero logran cambiar el mundo, que me vería reguapo dando ted talks sobre el cúmulo de aprendizajes que he tenido, y que me llevaría cafecito con leche en las trasnochadas de pergeñar modelos de negocios con una sonrisa indulgente y pantuflas.
No podría imaginar otra mujer, que no fuera una madre, capaz de aguantar el narcisismo tan mesiánico, autosustentable y frágil de un emprendedor. Cuando oreé la idea en tuiters alguien me sugirió como equivalente posible a una chica high maintenence. Un foro de Word Reference me la describió como «‘exigente’ con connotaciones de neurosis». De inmediato se me aparecieron los instagrames compulsivos de platillos caros, hoteles caros, amaneceres caros y vidas simples caras. Entre los perseguidores de sueños y las ganas de vivir plenamente (pero caro), todo empezó a hacerme sentido.
También me dio la urgencia de hallar un artículo de cómo enamorarte de los que luego nos fatigamos de perseguir nuestros sueños. O como luego pongo en tuiters: de los que estamos chupando tranquilos.