Archivos Mensuales: mayo 2017

Almacenados y el estoicismo de José Carlos Ruiz

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Almacenados, pelìcula reciente de Jack Zagha (Adiós mundo cruel, Hasta el último trago) es un ejercicio minimalista que se podría parecerse a este cine contemplativo onda Reygadas o Escalante, pero con un sentido del humor más para la raza que no le sabe al cinediarte. Trata de dos chalanes: Lino (José Carlos Ruiz), sesentón casi a punto de jubilarse, y Nin (Hoze Meléndez), muchacho en pos de su primer empleo, que deben convivir en un oscuro almacén mientras llega el camión con el cargamento a guardar.

Ahora, la película me gusta por motivos distintos de lo que quiere mostrar Jack Zagha. Entiendo que él prefiere vendérsela a los ninis sin oportunidades y con necesidad de aliento, y tiene las razones del target (sales, mileniada, corran a ver Almacenados). Pero la fortaleza de la peli en realidad está en José Carlos Ruiz, el don callado, ya oxidadas sus formas de comunicarse, embotado en décadas de rutina.

Me explico: Almacenados, de origen, es una obra teatral de David Desola, quien hizo la adaptación para la pelìcula. Desola escribió en este ambiente laboral español caliente que con los años desembocaría en las protestas de los indignados. La obra tenía connotaciones laborales, iba sobre la calidad de los empleos y la falta de oportunidades de jóvenes y ancianos para intentar una vida digna. Desde ahí, podría coincidir con otra película, esta mexicana, de reciente manufactura, Los bañistas (Max Zunino, 2014). El mismo Zunino ha dicho que eligió a sus personajes -en ese caso, una muchacha y un viejo- porque eran los sectores de la población con más problemas para conseguir algún empleo.

Si alguien le rasca, puede encontrar en YouTube puestas en escena españolas y argentinas de Almacenados, y por ahí se cuela incluso algún momento de la versión teatral mexicana, que han hecho Héctor y Sergio Bonilla. Pero acá lo interesante: los personajes rucos de estas versiones semejan ese trabajador veterano con tradición sindicalista, que aún desde el absurdo del trabajo se piensa de alguna manera amparado. Los Linos de estas versiones podría imaginarse en marchas, huelgas, plantones, imbuidos en la tradición de trabajador capaz de defender sus derechos.

¿Y José Carlos Ruiz? De inicio, el genotipo. Sus rasgos indígenas meten en otra dimensión al personaje. El Lino de Ruiz de inmediato remite a estos miles de mestizos o indígenas mexicanos, apenas inexistentes, casi desechables, que asean los baños, descargan los camiones en los mercados, que chambean de granaderos o policías de bajo rango -el famoso poli- y que contemplan el mundo desde su gesto estoico, imperturbable. Lino usa la frase «Vamos a lo que vamos» cuando no sabe responder de otra manera. Y le ocurre repetidamente. Y es la forma de declararse incompetente para tener mayores ideas que las impuestas por los manuales o las manías del patrón.

Hombres incapaces de comunicarse, que por alguna razón (y a propósito del centenario) recuerdan los diálogos de Rulfo. Que por ahí algunos se quejan de que no representan fielmente el habla de los campesinos. Podría argüirse que, más que de campesinos u oriundos de los Altos de Jalisco, es el habla de quienes como Lino han renunciado a tratar de explicar(se) algo y deambulan parcos, económicos de palabras, en una especie de vida automática en la que ya no tiene caso seguir buscando los tres pies del gato.

Las otros primores de Almacenados tienen que ver con una dirección a rienda corta (José Carlos suele quejarse de que Zagha apenas y lo dejó actuar: justo parquedad de movimientos, expresiones contenidas, apenas inquietud de manos jugando con una tuerca y un tornillo), la buena réplica que le hace Meléndez al actor maduro, y un tempo cansino que se va volviendo agobiante con el sonido constante del reloj chechador.

Pero toda la efectividad posible de la película ocurre porque se pone al servicio del personaje desértico de José Carlos Ruiz, en un papel que no en balde llamó la atención de la Academia para nominarlo a Mejor Actor.

Almacenados estrena este fin de semana en salas, tristemente le faltan las muchachas, las explosiones o los señores de los anillos suficientes para mover a los comedores de palomitas. Pero vale la pena verla, aunque sea solamente para ver el gran Lino que construye Ruiz. Ya después pueden pasarse a mirar las payasadas del Eugenio Derbez.

 

#SiMeMatan

 

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Ilustración de Eréndira Derbez @

Justo hace un año y pocos días (24 de abril de 2016 para más precisión) el Tuiter mexicano tuvo un momento viral importante con el hashtag #MiPrimerAcoso, que acuñaron Estefanía Vela y Catalina Ruiz-Navarro, como preludio a una marcha contra la violencia a las mujeres. Según las cuentas de Distintas Latitudes, en tres días hubieron más de 19 mil tuits bajo la etiqueta, con testimonios que iban de lo incómodo a lo pavoroso, sobre casos de hostigamiento y violencia sexual. Hay datos más detallados y reveladores que pueden verse acá.

#MiPrimerAcoso fue confesionario de historias que corroían recámaras, memorias atormentadas o realidades entendidas a medias; también funcionó como catarsis y contraseña de identidad. Para muchas chicas significó un primer acercamiento con ideas feministas y de empoderamiento, en otras consolidó intuiciones o malestares que no terminaban de articular.

Un año después, mientras redacto, un nuevo hashtag, #SiMeMatan, hace variación de #MiPrimerAcoso. Que tiene una historia más larga y truculenta.

El 3 de mayo se encontró a una mujer asesinada, aparentemente ahorcada con el cable de un teléfono, en Ciudad Universitaria, territorio de la UNAM. El caso es grave por tratarse de un feminicidio, se magnifica porque ocurrió en el espacio de la máxima casa de estudios, que se quisiera pensar zona segura para toda persona que esté ahí. Ya se veía venir que la protesta iba a ser importante. Lo que está ocurriendo desde hace unas horas desborda el pronóstico.

La madeja inició desde los tuits de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México, donde hacen síntesis de las declaraciones de la pareja de la mujer asesinada. Los mensajes los retomaron los medios de comunicación sin reelaborar demasiado, por lo que fueron los primeros cuestionados (a mí me tocó leerlo desde @Radio_Formula pero reprodujo algo similar El Universal).

Los mensajes de la Procuraduría fueron:

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Y Radio Fórmula retrucó así:

La víctima de pronto se convirtió en una mujer drogadicta, alcohólica, mala estudiante y hasta violenta con su pareja. Sin decirlo, casi hasta parecería un alivio que alguien se deshiciera de ella. Este ejercicio de revictimización es cosa de todos los días, ya lo habíamos visto con las muertas de Juárez (quien las mandaba a salir a tan altas horas de la noche de sus maquilas, a ser de complexión delgada y pelo largo, como le gustaba a los verdugos satánicos de la frontera norte) y es caso fresco el de los homicidios de Narvarte, cuatro chicas y un muchacho muy probablemente asesinados por órdenes del entonces gobernador de Veracruz, Javier Duarte. En aquella investigación, para difuminar la probable responsabilidad del gobernante, se intentó descalificar a los asesinados por sus actividades como modelos, maquillistas o su nacionalidad colombiana, y se insinuó que su convivencia era como un Sodoma y Gomorra clasemediero que podía hacer hasta justa su ejecución. De alguna manera, estas prácticas de las autoridades y muchos medios nos han entrenado para reconocer la perversión y saber leer entre líneas.

Lo que sigue es más interesante. El enojo por los mensajes fue haciendo variaciones sobre el tema, y sin estar del todo seguro, quiero creer que desde acá @majos_eh disparó el hashtag:

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Que reformuló @soy_sputnik:

¿Hay algún protolocolo moral para ser asesinada y no ser culpable de tu propio homicidio? El tuit pronto se volvió hashtag, reclamo irónico ante la perversión de la autoridad. Pero justo alguna de las virtudes de Tuiter es su capacidad de recrear a partir de una tendencia. Porque entonces, los reclamos airados se fueron convirtiendo en una suerte de profesión de fe (o menos religioso: de identidad). Lo que sigue es al azar:

No me confundo: tengo claro que estas expresiones encaran a la frivolidad y misoginia de las declaraciones de la Procuraduría y su eco en los medios. Son réplicas enojadas a las ofensas que implicaron los comentarios hechos sin un sesgo de género, que dotara de cierta dignidad a la víctima.

Pero me arriesgo: una colección amplia de estos tuits podrían hacer una radiografía de las mujeres que confluyen en las redes sociales, semejante a lo que décadas atrás hizo Gabriel Careaga con su Biografía de un joven de la clase medida (de 1986 y que, por supuesto, habla de un hombre heterosexual y con los privilegios anteriores a una época en que se empezaran a cuestionar los privilegios). Pero ahora el turno es de las mujeres, airadas y enérgicas ante las anquilosadas expresiones machistas, pero también insolentes y orgullosas de su identidad, de sus transgresiones y su derecho a éstas. Desde #SiMeMatan se dicen queer, lesbianas o bisexuales, que les gusta tomar ginebra o caguamas, que tienen relaciones casuales, que han consumido o consumen drogas, que visten sexys y no les interesa el recato, que no siempre son las mejores estudiantes, que leen a Bolaño o a Simone de Beavouir, o que prefieren solamente literaturas escritas por mujeres, que les gusta salir solas en la noche, que andan en bicicleta, que se arrepienten de alguna historia amorosa, o que se sienten orgullosas de otra historia, aun cuando no fuera la más ejemplar.

Minibiografías de la imperfección, autorretratos de fragmentos, que también encaran a El Eterno Femenino e incluso a sus mutaciones modernas, o de ejecutiva voraz, o de amazonas urbana, o madre luchona con certificado de infalibilidad. ¿Qué hacemos los hombres ante este caudal de reivindicaciones, que no entran precisamente en el molde que se nos había enseñado?

No me gustaría creer que éste sea el mejor ejemplo de la réplica masculina, pero aquí está:

A unas horas de iniciado el hashtag, el procurador Rodolfo Ríos declaró como inapropiados los tuits que emitió la dependencia que dirige. Se agradece su aclaración, pero la rueda ya se puso a girar: como hace un año #MiPrimerAcoso, ahora cada #SiMeMatan revela nuevas personalidades de las mujeres. Personalidades fuertes pero también temerosas. Imaginativas y fastidiadas. Que consolidan su sitio en el mundo y lo hacen desde el lugar mas desagradable: defendiendo a sus muertas, temiendo sus muertes. Y como paradoja, celebrando sus vidas desde el enojo y el desafio.